viernes, 24 de enero de 2014

El Hombre En Las Rocas

Hubo una vez un hombre, que se sentó un día tormentoso en la cima de un acantilado, mirando al mar, y su horizonte, que encerraba las misteriosas respuestas, de sus propias dudas.
la gente miraba a lo alto, y allí estaba...sentado, con las piernas colgando al vacío, la mirada perdida al frente, con ojos no mas inexpresivos que sus facciones.
la gente del pueblo costero, se sentía intrigada. "es un loco"- decían algunos-se ha escapado de un manicomio, quizás, mientras no moleste..."
otros decían: "es un poeta, un profesor desempleado, mirando el mar. esta pensando si se tira o no".la policía había intentado hablar, con el, hasta el comisario del lugar subió hasta allá...y bajo, confundido, pero asegurando de que no deberían molestarlo. "hablar con el es un sumo placer, pero acabas confundido, como si estuvieses nadando en pegamento, o respirando a través de un hueso"
eso fue todo, en ese entonces. nadie se atrevió a molestarlo, y lo tomaban mas como algo divertido...algo como el paisaje, una roca mas en aquel despeñadero.
y el seguía, mirando el océano, con la mirada vacía y triste, sin decir ni  una sola palabra...viendo mas allá del horizonte, mas allá del limite...mas allá de la vida humana y todos sus reveces...
con el tiempo, enflaqueció...sus ojos se hundieron, la piel de la cara y de su cuerpo se pego a sus husos, dándole un aspecto muy desastroso, casi de lastima.
el verdulero, subió con una canasta, llena de frutas y verduras, mientras la gente lo veía desde abajo...
-joven, le he traído algo de comer, pues esta mas flaco que un esqueleto...coma, aliméntese, si no..
-¿sino que, señor?-interrumpió el hombre.tenia una voz cascada, suave y profunda como el trueno.
-sino podría enfermarse y morir de hambre, hombre, por eso- rezongo el verdulero.
-señor, bien podría decirle los motivos, mis razones por la cual estoy aquí, podría...pero no lo entendería. ¿acaso un hombre debe temerle a la muerte?¿porque debo esperar a que se digne a volar hacia mi, con sus negras alas de plumas de cuervo? no le tengo miedo a morirme señor. no es eso por lo que estoy aquí. 
- ¿y que es lo que estas haciendo aquí?- preguntó interesado el verdulero.
-solo estoy...solo estoy..esperando.
y se negó a decir otra palabra, por mas que lo interrogara el verdulero.
pasaron los meses...los niños ya le decían "el loco del mar", pues nunca despegaba la vista del oscuro y profundo océano. se volvió gris como las rocas, amigo de las aves marinas, y se torno ya casi invisible para quien mirara desprevenidamente hacia arriba.
un día, lo vieron sonreír algo inusitado, inusual, mas para alguien que llevaba 3 años sentado en las rocas. sonreía tristemente y alegremente al mismo tiempo, le sonreía al horizonte, como si viese a un viejo conocido de hace muchos años.
de repente, desde el horizonte acaeció un fuerte y borrascoso viento. las nubes cubrieron rápidamente el pueblo, nubes oscuras, negras como los mismos abismos del averno. truenos y relámpagos surcaban el cielo, iluminando momentáneamente todo el pueblo, que había quedado casi a oscuras. vientos huracanados revolvían las calles, golpeando con rabia las ventanas de los nobles habitantes.
y el seguía allí, sentado, sonriendo, sin importarle mucho la enorme tormenta que parcia a punto de desatarse. reía, con lagrimas en los ojos.
la lluvia había empezado a caer.
de repente, y esto solo lo vio aquel hombre, un ser bajo del cielo oscuro, mirándolo con sus ojos dorados, que cegaban la vista.
-¡Ah, al fin has venido! pensaba que no lo harías nunca- exclamo gozoso el  hombre.
- esperaste y esperaste, solo para verme. ¿que deseas?- respondió el ser.
- no puedo pronunciarlo, ante ti, magnánimo ser de los cielos, pronunciarlo seria un delito grave.
- ¿como planeas que sepa entonces el motivo y la razón de tu estadía sobre estas rocas, desde hace ya mas de un año, sentado, sin comer, sin dormir, sin soñar?
- ¡ah, soñar! he estado soñando la mitad de mi vida, y lo sabes. lo que creía, no era mas que las ilusiones que me han impuesto, y lo que era, ya ha dejado de serlo.
- así esta escrito en el gran libro.- respondió el ser.
-lo se, ni es mi intención cuestionarlo.¿quien soy yo, de todos modos? no soy digno de que me escuchen criaturas como tu.
-sin embargo, te miramos con interés desde hace tiempo.
el hombre rió sonoramente, la primera vez que reía desde hacia tiempo.
-¿no ríes a menudo, verdad?- pregunto el ser.
-no, no lo hago, desde que tengo memoria. el sueño me pareció demasiado pesado, demasiado para mi. perdí la voluntad de vivirlo. creo, de todos modos, que lo he hecho bien.
-si, es verdad, lo has hecho bien.hiciste lo que debías y podías. No mas.-respondió gentilmente el ser-por eso, te vamos a conceder tu deseo.sabemos que has sufrido, y los que lloran, algún día, recibirán el mas deseado consuelo.
sin embargo,el hombre, no quería pronunciar su deseo.al fin, por arte de magia, el ser, saco de sus ropas un pergamino, una hoja simple de un árbol divino.
-toma, y escríbelo-le dijo.
el hombre lo miro, sonriente, y escribió varias palabras.
ya con el papel e sus manos, el ser leyó lentamente, y cuando termino, volvió llorosos sus ojos al hombre, que había estado allí desde hacia tres años.
-tu deseo es concedido. se feliz, mi amigo. por el momento, nos veremos mas tarde.
en ese momento, el hombre sonrió feliz, y su cuerpo cayo al mar,de donde nunca mas salio.
terminada la tormenta, y los vecinos, temerosos, salieron a mirar lo que había pasado. Se dieron cuenta de la ausencia del acostumbrado hombre en las rocas, y corrieron  hacia el acantilado. pero este se hallaba muy resbaloso, y fueron desistiendo. solo el verdulero y el comisario, las dos únicas personas que habían hablado con el, se empeñaron en llegar a la cima.
había un papel, común y corriente, pero misteriosamente bello, tirado en el suelo, justo en la posición donde el siempre había estado.
y los hombres leyeron esa letra con tinta roja, una frase, un deseo, y se miraron. nunca dijeron una palabra, volvieron al pueblo, y fueron felices.
en el papel rezaba: 
        "quiero que mi alma se convierta en a gota de agua, se adentre en el océano, para nunca ser encontrada"

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